lunes, febrero 21, 2005

Uuuupps!!! Este era mi abuelo materno... Amado Villar.

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Domingo 13 de febrero de 2005
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Borges en Galicia

Un dato inesperado para la bibliografía del escritor argentino: en el periódico El pueblo gallego, el autor de Ficciones publicó en 1924 "Ejecución de tres palabras", que luego incluiría en Inquisiciones.

Sevilla y Madrid son dos ciudades españolas cuyos nombres surgen naturalmente cuando se evoca el ultraísmo o se rememoran las vinculaciones de Jorge Luis Borges con ese movimiento. En la primera se editó Grecia, la paradigmática publicación dirigida por Isaac del Vando Villar, que finalmente se mudó a Madrid para ser reemplazada por Ultra. En la capital del Reino también tenían sede las tertulias más célebres de la década del veinte: en el café Pombo, la del mediático Ramón Gómez de la Serna y en el Oriental, la de Cansinos Assens, el verdadero patriarca de la vanguardia. Pero, tal vez por el prejuicio de descalificar intelectualmente las regiones de donde provienen las inmigraciones masivas, habitualmente no se recuerda la Galicia de la década del veinte como un espacio donde tuvieron lugar escenas muy importantes de la historia de la vanguardia rioplatense.

En La Coruña nació, por aquellos años, la revista de vanguardia más longeva, que fue -paradigmáticamante- primero española y luego uruguaya. La fundó en 1920 el poeta de esta nacionalidad Julio J. Casal, que ejercía las funciones de cónsul, y es conocida por el nombre que llevó a partir del número 33: Alfar. Contenía información variada sobre temas de interés para emigrantes y familiares de éstos, y el Comité de redacción estuvo integrado por otros cónsules latinoamericanos, pero la responsabilidad y esfuerzo se concentraban casi exclusivamente en Casal, quien acentuó el tono cada vez más cultural de la publicación. Consiguió que colaboraran los emergentes ultraístas y la todavía no conformada Generación del 27 española. La paternidad de Casal quedó fehacientemente demostrada cuando, en el año 1926, fue trasladado a Montevideo; al año siguiente salieron sólo dos números en Coruña, el 61 y 62, bajo la responsabilidad de Juan González del Valle, pero éstos no contaron con el visto bueno del fundador, quien retomó la numeración ignorando a los editados en 1927, es decir, volvió a sacar Alfar N° 61 y siguientes en Montevideo, desde 1929 hasta su muerte en 1954. Justamente fue en Alfar y en otra revista gallega, ésta de Lugo, Ronsel (1924), donde el uruguayo Rafael Barradas, ya bastante famoso, presentó al principiante escultor español Alberto Sánchez, quien se haría célebre, entre otros méritos, por ser el autor de la escultura El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella, que acompañó al Guernica de Picasso en el Pabellón Español de la Exposición Universal de París de 1937 y cuya réplica hoy se encuentra en la entrada del Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. La Coruña y Lugo, pero también Vigo.

En esa ciudad de la Provincia de Pontevedra tuvo lugar la pequeña e inusual historia de un argentino hijo de gallegos, Francisco Luis Bernárdez, y un gallego hijo de padre argentino, Amado Villar, que se convirtieron en rutilantes y fugaces estrellas de la renovación periodística en la región. Ambos volverían a Buenos Aires a mediados de la década del veinte para participar en el movimiento martinfierrista pero, por alguna razón, iban a omitir siempre la información referente a este episodio (1) y, en general, a las respectivas producciones de esa etapa. Amado Villar, algo mayor que el otro protagonista, era un periodista reconocido y ejercía su profesión en el Faro de Vigo, medio conservador fundado en 1853 que aún hoy se publica; en este medio introdujo a Francisco Luis Bernárdez, que hizo algunas colaboraciones firmadas con su nombre en la página literaria que salía los sábados. Estamos hablando de mediados y fines de 1923. Bernárdez comienza a escribir en Faro de Vigo una columna semisatírica, comentando la actualidad municipal socarronamente, que titula De mi espejo cóncavo y firma Artemio, pero, imprevistamente, el 1 de febrero de 1924, la citada columna sale con una aclaración preliminar que explica que, desde ese momento, los comentarios los hará Villavril, pseudónimo bajo el que es fácil adivinar a Villar. El porqué de ese cambio repentino está aclarado en la aparición, a principios de enero de ese mismo año, del periódico El pueblo gallego (hasta 1979), que intenta revolucionar la prensa de la región con un nuevo concepto de periodismo, más vinculado a las cuestiones intelectuales que a las cotidianas. Bernárdez, junto con otros miembros de su familia gallega, Angel y Bernardo Bernárdez, pasa a colaborar con el nuevo medio, donde adquiere la relevancia de un periodista estrella. Escribe una columna casi diaria en primera página, Estelas, que firma con su nombre, y otras con variados pseudónimos: Martín Fierro y Ambrosio. Entre los autores ocultos detrás de Villavril -en el Faro de Vigo- y Ambrosio y Martín Fierro -en El Pueblo Gallego- se entablaron virulentos debates sobre temas de actualidad, con posiciones encontradas que respondían a las ideologías de ambos diarios y que mantuvieron en vilo a la población ilustrada de Vigo y toda la provincia de Pontevedra. Lo que los lectores no conocían es que esas polémicas se gestaban en la misma mesa de trabajo de la pensión donde vivían Bernárdez y Villar. El Pueblo Gallego, en su pretensión de marcar un rumbo más progresista e ilustrado que su competidor, incluyó la publicación por entregas de la estudiantina La casa de la Troya, de Pérez Lugin; una columna de libros de responsabilidad de Julio Casal (el de Alfar); notas de Rubén Darío; ilustraciones de Picasso; colaboraciones de Rafael Dieste -el hermano gallego del fundador de la revista uruguaya Teseo- y hasta un ensayo de Jorge Luis Borges, cuyo anticipo en esta publicación nunca había sido registrado hasta ahora (2). Se trata de "Ejecución de tres palabras", que incluiría al año siguiente en Inquisiciones, uno de los tres libros de la etapa vanguardista de los que renegaría: el texto fue publicado en El pueblo gallego (3) del 27 de enero de 1924, página 25. Salvo algún error tipográfico, normal en los periódicos de la época que se componía a mano, ambos son exactamente iguales. Un excelente ejemplo del ingenio y la erudición de Borges puesta al servicio de desacreditar tres vocablos fluidamente usados por los modernistas, con la peculiaridad de que está escrito de una manera castiza, con palabras en desuso en la Argentina y referencias a hechos históricos un tanto crípticos para sus connacionales, como "he determinado alzar un dos de mayo en estos apuntes". Esta peculiaridad induce a pensar que "Ejecución de tres palabras" fue escrito intencionalmente para ser publicado en España y posiblemente para constituirse en la primera colaboración de una serie. El nexo entre Borges -que a principios de 1924 estaba en Europa en su segundo viaje- y El pueblo gallego ha sido con seguridad su amigo Francisco (Paco) Luis Bernárdez. Pero la continuidad de la colaboración de Borges con el periódico de Vigo se interrumpió porque, a fines de mayo de 1924, es decir, cinco meses después de constituirse en periodista estrella del recién aparecido El pueblo gallego, Paco Bernárdez, por razones que desconocemos, abandonó el periódico de Vigo y posiblemente la ciudad gallega para continuar su primera aventura española, que se prolongaría hasta fines de ese año.

Por May Lorenzo Alcalá Para LA NACION -- Buenos Aires, 2005

NOTAS

1. Conrado Nalé Roxlo, Amado Villar, ECA, Buenos Aires, 1962; Rogelio Burafaldo, Francisco Luis Bernárdez, ECA, Buenos Aires, 1963.

2. No se hallaba registrado en las bibliografías, ni en los Textos recobrados. Lo hemos pasado a Nicolás Helf para que lo incorpore.

3. Repositorio: Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España.

Link corto: http://www.lanacion.com.ar/678973

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