lunes, marzo 21, 2005

El póximo día 24, recordaremos otra vez el golpe de estado que nos sumió en las penumbras durante muchos años...


Recordar sirve entre otras cosas, para no repetir...

...en los colegios de nuestra ciudad, hoy se prohíbe ingresar con collares y aritos...

Lo llamativo de todo esto, es que quienes se han convertido en "ofiches" del sistema, son aquellos que no cansan de pregonar su posición de izquierda, de izquierda culturosa o de "progres", aplicando amonestaciones a diestra y Siniestra...


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...allá lejos, era el pelo largo y la barba... hoy son los collares y los aritos...


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Por algún lugar, siempre se empieza...
La historia NO debe ser la misma.
Nunca más.

domingo, marzo 06, 2005

INCENDIO INTENCIONAL DEL "DIARIO DEL FIN DEL MUNDO"

UN AÑO DE IMPUNIDAD

Durante la madrugada del 6 de marzo de 2004, desconocidos incendiaron intencionalmente las instalaciones de El Diario del Fin Del Mundo.

A un año del hecho aún no hay culpables ni indicios de justicia.

El Sindicato de Prensa de Ushuaia emitió un comunicado en el que expresa su “preocupación por la falta de resolución de este caso, un hecho con el que intentaron amedrentar a la prensa local, convirtiendo en cenizas el lugar de trabajo de muchos compañeros”.

También recuerdan que este hecho no ha sido el único. “Los atentados sufridos en esa misma época por el director de Radio Nacional, Alfredo Valdez, el director de FM Prensa y Diario Prensa, Héctor Lavia, y recientemente el director del portal de noticias SUR54.com, Marcelo Martín".

En todos los casos, se trata de hechos impunes.

"Ni una pista, ni un rastro, ni un culpable”.

Por ello consideran que “se trata, entonces, de una buena oportunidad para decirle a los violentos que nada acallará nuestras voces, como ha quedado demostrado. Pero también un momento oportuno para decir con la misma vehemencia a las autoridades que los periodistas no queremos tener mártires”.

Así estamos... ¿Unidos o dominados?
Todavía hay quienes creen que el binomio Perón-Balbín, sinónimo de unidad nacional insinuado efectivamente durante el agitado 1973, hubiera salvado a la república del desastre posterior.
Aunque la idea de una fórmula presidencial del líder justicialista con el líder radical se fue pronto por la alcantarilla -tal vez empujada con la escoba de José López Rega-, las versiones más acarameladas de la historia la catapultaron al podio de los paradigmas frustrados, junto al estante de las grandes leyendas.
Si Perón y Balbín pudieran saber con qué escasa gloria aquel sueño, o su adaptación, se hizo realidad treinta años después en unas cuantas provincias, probablemente quedarían perplejos.
Acaso lo que más los sorprendería sería advertir que en el siglo XXI buena parte de los argentinos ni siquiera le presta demasiada atención al hecho de que Corrientes y Tierra del Fuego tengan gobiernos mixtos, con gobernador radical y vice peronista, mientras en Catamarca -como en adelante Santiago del Estero- un radical llegó al poder sostenido por mosaicos que incluyen, también, a sectores peronistas, combinación inversa, pero igualmente notable, a la de Misiones.
Sin contar el caso de la Capital Federal, donde coexisten a su modo dentro del poder local peronistas y radicales con diverso grado de pureza y desencanto partidario acumulado.
El mapa político argentino se resiste hoy a ser medido con los parámetros del bipartidismo atenuado de antaño.
Ya no parece riguroso decir que el oficialismo gobierna en quince provincias y la oposición en ocho (en referencia a las siete que ahora cuentan con gobernadores radicales y a Neuquén, donde manda el partido provincial), como se repitió en forma mecánica en los últimos días para incorporar la novedad de que Santiago del Estero cambió de color.
Olvidemos por un instante los retratos de Yrigoyen o de Perón colgados en las casas de gobierno de una u otra provincia: a quien lea todos los días el diario le resultará difícil encontrar gobernadores, fuera del neuquino sapagista Jorge Sobisch y del peronista díscolo Alberto Rodríguez Saá, que no practiquen oficialismo explícito en Buenos Aires. Huelga la confesión de partes.
No es sólo el fueguino radical Jorge Colazo invirtiendo en solicitadas para promover, con el reloj adelantado, la reelección de Néstor Kirchner.
Hace pocos días llegó del Norte otro entusiasta, aquél que en la Casa Rosada, tras recibir de manos del Presidente una inversión de 60 millones de pesos para obras públicas en su provincia, dijo que la administración nacional "beneficia al interior del país" y celebró que Kirchner siguiera con el mismo espíritu de defensa del federalismo de cuando peleaba codo a codo con los demás gobernadores desde Santa Cruz.
Era el salteño Juan Carlos Romero, el último compañero de fórmula de Carlos Menem -como tal ganador renunciante de las elecciones presidenciales de abril de 2003-, es decir, un rival furibundo de Kirchner apenas ayer.
Realineación todavía más estridente fue la del gobernador Angel Mazza, quien en la propia provincia de Menem dejó, en los hechos, de ser menemista, lo que antes parecía contrariar a la naturaleza. En este contexto, no llamó la atención que Gerardo Zamora, el radical que en Santiago del Estero le ganó hace una semana a un ex menemista apoyado por Kirchner, recién salido del huevo electoral sintonizara con los esfuerzos del Presidente por restarle implicancias extraprovinciales a la derrota justicialista.
¿Cómo sucedió todo esto?
¿Cómo se pasó de aquella virtual confederación de gobernadores rebelde y heterogénea -que si no sacaba y ponía presidentes tras la caída de Fernando de la Rúa, cuanto menos parecía determinante durante los turbulentos primeros meses de Eduardo Duhalde- a este elenco de apariencia diversa que sin embargo se uniforma en el seguimiento a Kirchner, con quien la gran mayoría no tiene un sí ni un no?
¿Qué efecto tiene esa uniformidad conformista, por otra parte, sobre el perfil de una Unión Cívica Radical convaleciente aún del revoltijo que le dejó hace 22 meses la peor derrota electoral de su historia?
El analista político y encuestador Enrique Zuleta Puceiro, que vivió de cerca cada uno de los procesos electorales provinciales de los últimos años, piensa que la Argentina está en busca de nuevas fórmulas políticas y que parte de ese ensayo son los frentes cívicos.
Esos frentes, dice, se originaron en el estrés institucional, la emergencia económica y líderes surgidos de la gestión municipal. "Ya casi no se puede ser gobernador si antes no se fue intendente", dice Zuleta Puceiro. "¿Sabe cómo razonan ahora los gobernadores?
Hay que escucharlos hablar. Tienen una sola cosa que les llena la cabeza: déficit cero. No hablan de política, hablan de presupuesto, de aquella partida, de esta otra partida. Imagínese un diálogo entre Zamora (el gobernador electo de Santiago del Estero) y Kirchner: son dos intendentes discutiendo presupuestos".
Sin voto de pertenencia en una provincia históricamente peronista, como Santiago del Estero, es obvio que fueron votos de ese origen los que permitieron consagrar a un gobernador radical y que lo hicieron al margen de cualquier acuerdo de dirigentes.
Zuleta observa incluso que Chaco es, por la cultura política predominante, otra provincia peronista, hoy sin embargo en manos del radicalismo (más aún, allí hizo Angel Rozas, anterior gobernador, actual presidente de la UCR, una sociedad con el Frepaso y con sectores del peronismo, precursora de la Alianza, sólo que la chaqueña adquirió vida propia y permitió el año pasado la victoria de Roy Nikisch).
Eso demostraría que el voto de pertenencia partidaria se ha quebrado, algo que avalan las encuestas en las que más del setenta por ciento de los argentinos se declara independiente de cualquier filiación partidaria y que en general son consideradas como una fuente más confiable que las preferencias discriminadas en el vetusto padrón de afiliaciones, de cerca de ocho millones de almas.
Puede entenderse, entonces, que prevalezca la calidad de la gestión municipal de un candidato por encima de la valoración de sus banderías. Pero mientras en muchas ciudades del interior surgieron intendentes opuestos a sus gobernadores, los electorados perciben que las administraciones provinciales requieren del entendimiento con el poder central: según la provincia, cuanto menor es la cantidad de personas a las que se le pueden cobrar impuestos, menor es la autonomía.
No es casual que una de las provincias patagónicas favorecidas por las regalías petrolíferas, gasíferas y energéticas, como Neuquén, sea la que cobija el proyecto político más enfrentado a Kirchner.
De todos modos, en la Casa Rosada dicen que el gobernador con el récord de conflicto en la relación personal con el Presidente es Alberto Rodríguez Saá y que la reciente sociedad política de los hermanos puntanos con Menem empeoró las cosas, cuadro que conjuga las cuentas más ordenadas de San Luis con la interna peronista. "Todas las relaciones de las provincias con el gobierno nacional dependen del ciclo económico", dice el politólogo Sergio Berensztein, de la Universidad Di Tella. "Cuando el gobierno nacional tiene recursos aumenta su capacidad para tener disciplina. Los partidos opositores no ejercen la oposición porque temen ser desfavorecidos o quedar discriminados frente a otras provincias".
Aunque en lo institucional se ocupan de las relaciones con las provincias el jefe de Gabinete Alberto Fernández y el ministro del Interior Aníbal Fernández, la política recae sobre Juan Carlos Mazzón, coordinador general de Asuntos Políticos Institucionales de la Presidencia, y José Salvini, que revista como asesor del Presidente.
Construir kirchnerismo.
Mazzón hace tejeduría política en los peronismos provinciales. Salvini es más específico: construye kirchnerismo.
Pero de algún modo la parte más importante del vínculo no está en la Casa Rosada sino en el Ministerio de Economía.
Según un funcionario veterano de la Secretaría de Hacienda, donde se maneja la caja de la relación con las provincias, los actuales gobernantes tienen gran experiencia en los complejos mecanismos contables para coparticipar impuestos y transferir recursos, incluyendo el uso de actas no públicas.
Kirchner, confirma el técnico -que pidió no ser mencionado-, efectivamente tenía como gobernador un papel muy importante en las negociaciones junto con su eterno colaborador Julio de Vido, quien se alternaba con los pampeanos en la presidencia de la influyente Comisión Federal de Impuestos.
¿Y los criterios de ayuda?
"El salvataje a las provincias basado en la renegociación financiera y, en lo social, en el Plan Jefes de Hogar fue tan amplio -dice- que los eventuales favoritismos de una provincia a otra perdieron importancia en la práctica".
Kirchneristas de la primera hora, kirchneristas adaptados o conversos de tercera generación, once son los gobernadores justicialistas que estarían en condiciones, quizás, de llevar una K en la solapa del saco, si es que eso importa: Fellner (Jujuy), Jorge Obeid (Santa Fe), Gioja (San Juan), Gildo Insfrán (Formosa), Mario Das Neves (Chubut), Sergio Acevedo (Santa Cruz), Felipe Solá (Buenos Aires), José Alperovich (Tucumán), Mazza (La Rioja), Rovira (Misiones) y Jorge Busti (Entre Ríos). Sin K quedan cuatro justicialistas: Rodríguez Saá, Romero, el cordobés José Manuel de la Sota y el pampeano Rubén Verna.
En cuanto a los siete radicales, el caso más singular es el de Catamarca, donde hoy se celebran elecciones de nivel provincial con el apoyo de Kirchner a las listas del gobernador Eduardo Brizuela del Moral y al senador Oscar Castillo, hombre fuerte de la política local. Corrientes tiene también una rara alquimia. Allí, por los desfases causados por las intervenciones, también se elige gobernador en las elecciones nacionales del 23 de octubre, pero todavía no se sabe si habrá o no reforma constitucional, lo que permitiría la reelección del radical Ricardo Colombi.
En caso negativo, el frente multipartidario que gobierna Corrientes podría entrar en zona de turbulencias.
¿Y el fueguino Colazo, protagonista de una guerra de los Rozes con su vice peronista Hugo Cóccaro?
"No hemos tomado eso muy en serio", dice un hombre del Presidente. ¿Se refiere a la denuncia de un complot para matar al gobernador y a su pelea con el vice? "No, me refiero a lo de la reelección de Kirchner? A nosotros no nos sirve".
Pero esa, la de barajar para el 2007, ya es otra historia.
Por Pablo Mendelevich (Diario La Nación)

martes, marzo 01, 2005

DÍAS POLÍTICAMENTE COMPLICADOS...
(alguien bien diría: "...de cuarta.")

Así es. Parece que hay dos bandos. Yo creo que hay tres.

Y justamente se habla de los dos enfrentados y NO se habla del tercero en discordia.

Se enfrentan "Colazistas" y "Coccaristas" y creo que los que apagan el fuego con nafta son los "Manfredotistas".

Particularmente no tengo NINGUNA duda. Sólo me faltan pruebas. Las únicas que tengo no sirven como tales. Sólo la sospecha certera escondida tras las caras de "yo no fuí" que mostraron los Legisladores alineados tras el Carlo del Fin del Mundo.

Charlando sobre el café-concert "Tango y bolero", o sobre las pilchas del pilchero para féminas "Quitapenas" , o en referencia al nuevo local para señores "Truhán"... Como si nos insultaran no sólo con sus actitudes sino que también nos lo refriegan en la cara con los nombres de sus nuevos curros lavadores del dinero que se afanaron...

... A esto, además hay que sumarle la "villa Brescia", construcción hotelera de la putamadre y todas las demás inversiones en el resto del país y en el Uruguay...

Y bueh.

Me resisto a creer que no tengan nada que ver.

Creo que son al menos "responsables" de la mitad de lo que pasa.

¿Habrá justicia divina?